Más allá de los modelos binarios de desarrollo rural: reconocer la diversidad y el cambio de los paisajes agrícolas con una perspectiva biocultural

Stefan Ortiz Przychodzka

Los paisajes agrícolas del Sur global sufren cada vez más las presiones de múltiples crisis mundiales que implican factores sociales, económicos, ambientales y políticos. Las narraciones sobre cómo resolver esta situación y orientar el diseño de las políticas públicas a menudo contraponen dos modelos de desarrollo idealizados: la agricultura agroindustrial frente a la agricultura tradicional. Esta perspectiva dualista desconoce la heterogeneidad de las prácticas agrícolas, ofreciendo soluciones simplistas para problemas complejos.

En este artículo sintetizo las reflexiones sobre este tema, presentadas durante un panel sobre “Modelos de desarrollo y ecología en el Sur global”, que tuvo lugar en el Foro Internacional 2020 “Bienestar y subjetividades en el Sur global” en la Universidad de Tubinga en julio de 2020.

En mi exposición, describí ejemplos de paisajes agrícolas indígenas en Colombia para poner de relieve la contribución de los enfoques bioculturales a una mejor comprensión de las oportunidades, los desafíos y las contradicciones de la agricultura indígena, campesina y en pequeña escala, más allá de las perspectivas dualistas.

Los modelos que promueven la agricultura industrial a gran escala se basan en la idea de que una explotación de la tierra con uso intensivo de insumos conducirá a una mayor producción de alimentos a menor costo y promoverá el empleo rural. Como resultado, los alimentos baratos resolverían el hambre en el mundo y proporcionarían oportunidades de ingresos a los pobres. Sin embargo, productos básicos como la soja, el arroz, el aceite de palma y la caña de azúcar, están homogeneizando los paisajes, provocando la deforestación, destruyendo la biodiversidad y sobreexplotando los suelos y los recursos hídricos (Altieri y Toledo, 2010; Holt-Giménez y Altieri, 2012). La expansión de los monocultivos fomenta el uso de los productos agrícolas como alimento para la industria cárnica, como fuente de energía (biocombustibles) y como insumos en las cadenas agroindustriales (Borras & Franco, 2012). Además, las grandes empresas están utilizando los productos básicos agrícolas como inversión de bajo riesgo para hacer frente a la crisis financiera, lo que desencadena una “fiebre mundial por la tierra”, impulsando su acaparamiento y empujando a la gente a abandonar sus territorios (Cotula, 2012; Edelman et al., 2013).

Opuesto a la narrativa agroindustrial, el modelo de agricultura tradicional basado en la agrobiodiversidad y en los conocimientos locales, conduce a la producción de alimentos de alta calidad por unidad de superficie, la diversificación de los paisajes y a un bienestar que incluye aspectos materiales e inmateriales vinculando a los seres humanos con los no humanos (Altieri y Toledo, 2010). Si bien es fundamental analizar los elementos que hacen que ésta sea una respuesta sustentable, existe el riesgo de pasar por alto la evolución de las características de la agricultura tradicional: su diversidad refleja valores, conocimientos y prácticas heterogéneos. Para comprender las posibles soluciones, es necesario reconocer los conflictos y contradicciones, las relaciones de poder internas y externas, los desafíos que plantea la expansión de los estilos de vida urbanos y la influencia de los valores tanto modernos como no modernos (Cocks, 2006; Porto-Gonçalves, 2009).

El concepto de Diversidad Biocultural puede contribuir a comprender las relaciones y los valores incorporados en las prácticas y en los paisajes agrícolas. Se refiere a las características de la naturaleza resultantes de los vínculos entre las diversidades cultural y biológica (Bridgewater y Rotherham, 2019). De este modo, en lugar de promover modelos binarios y simplistas, esta perspectiva considera la heterogeneidad, la simultaneidad y las disputas de valores y prácticas.

En Colombia, las políticas públicas promueven principalmente modelos de desarrollo rural basados en los valores y prácticas de la agricultura agroindustrial. Las agriculturas indígenas, campesinas y de pequeña escala se consideran inviables por ser de subsistencia, por la falta de activos financieros y por la supuesta incapacidad de generar ingresos suficientes a partir de la comercialización y de garantizar su propia reproducción como sistema. Por lo tanto, se ven empujados a transformarse hacia una explotación intensiva de la tierra y hacia una homogeneización de sus sistemas de producción en respuesta a los mercados globalizados.

Sin embargo, según la FAO (2018), la agricultura familiar diversificada y de pequeña escala representa el 57% del empleo rural y el 70% de la producción agrícola y ganadera en Colombia. Con menos del 20% de la tierra, proporciona alimentos esenciales para más de 45 millones de habitantes, con un apoyo muy pequeño de las políticas públicas. El diagnóstico de su inviabilidad es el resultado de una evaluación demasiado simplista basada en valores puramente económicos de mercado.

Una perspectiva biocultural puede dar luces sobre las relaciones materiales e inmateriales arraigadas en las prácticas económicas, culturales, políticas y ambientales dirigidas por los indígenas, los campesinos y los pequeños agricultores. Como se desprende de los casos de Colombia (véase la figura a continuación), la heterogeneidad y las constantes transformaciones provienen de la hibridación y los conflictos que surgen de los diálogos y contradicciones entre valores y prácticas.

 

cases Colombia

Al reconocer los paisajes agrícolas y la agricultura como manifestaciones de la diversidad biocultural, podemos destacar sus rasgos híbridos y superar las explicaciones dualistas de sus transformaciones, diálogos, conflictos y desafíos. Una perspectiva biocultural puede promover una investigación orientada a la búsqueda de soluciones y fundamentar políticas adaptadas a la diversidad, la diferencia y el cambio. Debemos promover el diálogo entre el mundo académico y las políticas públicas, la investigación interdisciplinaria y transdisciplinaria, y el reconocimiento de las diferentes visiones de mundo y los conocimientos que pueden contribuir a la comprensión de la heterogeneidad de los paisajes agrícolas más allá de las narraciones binarias.

Referencias

Altieri, M., & Toledo, V. M. (2010). La revolución agroecológica de América Latina: rescatar la naturaleza, asegurar la soberanía alimentaria y empoderar al campesino. El Otro Derecho, 42, 163–202.

Borras, S., & Franco, J. (2012). Global Land Grabbing and Trajectories of Agrarian Change: A Preliminary Analysis. Journal of Agrarian Change, 12(1), 34–59. https://doi.org/10.1111/j.1471-0366.2011.00339.x

Bridgewater, P., & Rotherham, I. D. (2019). A critical perspective on the concept of biocultural diversity and its emerging role in nature and heritage conservation. People and Nature, 1(3), 291–304. https://doi.org/10.1002/pan3.10040

Cocks, M. (2006). Biocultural diversity: Moving beyond the realm of “indigenous” and “local” people. Human Ecology, 34(2), 185–200. https://doi.org/10.1007/s10745-006-9013-5

Cotula, L. (2012). The international political economy of the global land rush: A critical appraisal of trends, scale, geography and drivers. The Journal of Peasant Studies, 39(3–4), 649–680. https://doi.org/10.1080/03066150.2012.674940

Edelman, M., Oya, C., & Borras, S. M. (2013). Global Land Grabs: Historical processes, theoretical and methodological implications and current trajectories. Third World Quarterly, 34(9), 1517–1531. https://doi.org/10.1080/01436597.2013.850190

Holt-Giménez, E., & Altieri, M. A. (2012). Agroecology, Food Sovereignty and the New Green Revolution. Journal of Sustainable Agriculture, 120904081412003. https://doi.org/10.1080/10440046.2012.716388

Porto-Gonçalves, C. (2009). De Saberes y de Territorios – diversidad y emancipación a partir de la experiencia latino-americana. Polis. Revista Latinoamericana, 22, 121–136.

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