La comunidad 16 de Marzo-Cordillera, en el Municipio de San Julián en Santa Cruz, es hoy reconocida como distrito indígena. Nació durante la colonización agrícola de la región de los años 70-80. En ese entonces, un grupo de guaranís, mayormente de Camiri, encontró un lugar para asentarse en esta región.

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Con los años, esta comunidad levantó sus casas y trabajó su suelo con la fuerza de un pueblo que conoce su historia y traza su propio camino. De sus orígenes en el Chaco boliviano, trajeron su lengua, su poro, sus recetas, su amor por la miel y su costumbre de criar animales, sembrar frijol, maíz, yuca y arroz.

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Hoy la región de San Julián es un núcleo agro-industrial del Oriente Boliviano. Muchas personas de 16 de Marzo se dedican a sembrar soya, sorgo y girasol para pagar los estudios de sus hijos y ahorrar para fortalecer su economía. Como en el resto de la Chiquitanía, hay menos bosque y llueve muy poco, lo que ha hecho más difícil cultivar. Cada vez se necesita más maquinaria e insumos agrícolas. Muchos se ven presionados a alquilar sus tierras a quienes tienen el capital.

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Su historia y su origen impulsan a esta comunidad guaraní a pensar cómo vivir mejor: sembrar más variado, rotar cultivos, tener huertas, tallar madera, tejer artesanías, o trabajar con las abejas para producir miel. Los jóvenes imaginan su futuro, ¿cómo recuperar bosques, conseguir buenas tierras y proteger el medio ambiente?

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El distrito indígena guaraní “16 de Marzo Cordillera”, en el municipio de San Julián, es una comunidad de agricultores. Su pueblo ha luchado por generaciones para encontrar tierras para construir su territorio, tener un espacio de vida y mantener su cultura ancestral guaraní.

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Inicialmente la comunidad se dedicaba a cultivar maíz de varios tipo y otras plantas centralmente para el autoconsumo. Pero las necesidades y las oportunidades llevaron a esta comunidad a concentrarse principalmente en la producción de soya, sorgo y girasol. Así, pudieron tener ingresos para construir sus casas y mantener a sus familias. Sin embargo, estos cultivos exigen mucha tierra, agua, maquinaria para trabajar la tierra y agroinsumos costosos.

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La mayoría de los comunarios ha tenido que alquilar sus tierras a inversionistas que pueden aportar el capital para seguir produciendo. Cada vez llueve menos, la tierra pierde fertilidad, está más compactada y contaminada. La Chiquitanía se está quedando sin bosques y sin agua, y las personas de 16 de marzo Cordillera no son ajenas a esta realidad.

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Muchos comunarios saben que es necesario volver a cultivar alimentos diversos para sus familias y su comunidad, y sembrar bosques y cortinas rompevientos para mejorar sus suelos, atraer la lluvia y recuperar la fauna y la flora. Saben que ese es el camino para tener una mejor calidad de vida. Como dice don Antonio: “…por la pérdida del bosque venimos sufriendo (…) a través de las plantas también viene la lluvia, tendríamos que empezar a reforestar nuestra comunidad, si tenemos bosque eso nos va a ayudar bastante (…) se necesita tener monte”.

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La naturaleza y la comunidad pueden ser aliadas en 16 de marzo Cordillera, como bien lo recuerdan los comunarios en las historias de sus padres y abuelos: el pueblo guaraní es resistente porque sabe vivir con la naturaleza y sus bosques. Los grandes árboles y el agua de las cañadas y curichis son una luz que ilumina caminos de esperanza para este pueblo trabajador en el corazón de la Chiquitanía.

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La comunidad 16 de Marzo Cordillera, al encontrarse en el municipio de San Julián, se ha adaptado a las formas de producción de la región: produce o está relacionada principalmente al cultivo de sorgo, girasol, soya o maíz. Al ser cultivos estacionales, en los paisajes se ve un solo tipo de planta según la estación.

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Sin embargo, cuando una se asoma a las casas a charlar con las personas que forman esta bonita comunidad, puede ver que los patios son lugares que guardan otras muchas plantas. “Sembramos para el consumo de la casa” nos cuentan.

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En los patios, las y los comunarios siembran plantas variadas, especialmente para alimento o como remedio para enfermedades o dolencias. Muchos también siembran árboles de sombra, e incluso plantas con flores para adornar sus casas. El plátano, la guayaba, la manga, el limón, el maíz, el coco, la hierba buena, el ciruelo, el ají, son solo algunas de la larga lista de plantas que se ven reverdeciendo los patios.

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La variedad de plantas de los patios contribuye, al menos en parte, a la soberanía alimentaria y medicinal de las familias, y da pulmones de aire más puro a la comunidad indígena guaraní 16 de marzo. Quien hubiera dicho que la abundancia no necesita estar escondida o lejana, pero puede existir detrás del patio de la casa…

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En el distrito indígena 16 de marzo Cordillera, la miel sigue avivando la historia y la cultura guaraní. La miel aún endulza las tardes de poro en medio de conversaciones entre vecinos y familiares, aunque hoy en día el azúcar es mucho más abundante. La gente recuerda que la miel es parte integral de la tradición guaraní. Los recuerdos llevan a Camiri, lugar de origen de la mayoría de las y los comunarios. Allí, las familias solían salir al monte en búsqueda de picos de abejas para traer las mieles más dulces y medicinales. La señorita es una de las abejas que todavía viven en el distrito indígena 16 de Marzo Cordillera.

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La cultura guaraní está fuertemente vinculada al monte. Sin embargo, en 16 de marzo Cordillera queda muy poco. Con los años, las necesidades llevaron a la gente a tumbarlo para hacer chaco y sembrar soya, maíz, sorgo, maíz y girasol. La comunidad siente la falta de monte, ya no hay madera para trabajar ni animales para cazar. Y hay pocas abejas, cada vez menos. Sin monte no hay abejas. Sin abejas no hay miel. Sin miel, se pierde una parte fundamental de la cultura guaraní. Pero hay siempre esperanza. En una próxima historia les contaremos de la crianza de abejas, que cada vez toma más fuerza en esta comunidad guaraní en el corazón de la Chiquitanía.

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En el distrito indígena guaraní 16 de marzo Cordillera, algunas personas han buscado mantener la tradición y trabajar con abejas para obtener miel. Aunque antes había varias, como la “cortapelo” y la “suro”, ahora solo se ven las “extranjeras” y algunas “señoritas”. Las extranjeras, también llamadas colmenas, son buenas trabajadoras, como nos cuenta doña Epifania: “las abejitas tan pequeñas que son, pero se hacen respetar. Trabajan duro y están organizadas mejor que el ser humano. Les gustan sus árboles, ellas tienen sus costumbres, como la gente antigua que vivía en casas con palos”.

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Las abejas invitan a pensar nuestra relación con la naturaleza. La gente empieza a reconocer que es necesario recuperar al menos una parte del monte en el que las abejas solían construir sus picos, chupar sus flores y hacer su miel. Además, de nada sirve tener cajas si no hay árboles para que las abejas hagan más picos y encuentren más flores. Los cultivos en los chacos tienen muchos agroquímicos que alejan a las abejas. Entonces, ¿de dónde van a comer si cada vez tienen menos monte?

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La crianza de abejas y la recuperación del monte son una oportunidad para que la comunidad de 16 de marzo Cordillera se reencuentre con su cultura guaraní con base en sus conocimientos y en su memoria como pueblo indígena. La miel es fuente de medicina, de alimento, de tradición y de economía. Como recuerdan las abuelas y abuelos, las abejas siempre han acompañado a la cultura y endulzado con su miel la vida diaria del pueblo guaraní.

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La carpintería sigue viva en el distrito indígena guaraní 16 de marzo Cordillera gracias al trabajo y a la pasión de personas como don Ricardo, quien día a día aprende nuevas técnicas y usa su creatividad para construir nuevos objetos útiles para su comunidad: columnas, vigas y horcones, marcos de puertas y ventanas, camas, sillas, mesas y otros muebles.

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Aunque ya casi no se trabaja la madera en 16 de marzo Cordillera, probablemente porque no queda mucho monte de donde obtenerla, algunas personas recuerdan cómo los abuelos y abuelas construían las estructuras de casas y techos con madera y hojas de Motacú. Don Ricardo aprendió su oficio mirando como trabajaba su padre. Ahora la gente le encarga trabajos mostrándole modelos de lo que quieren. Él adapta los diseños y los mejora en su taller al gusto de sus clientes dentro y fuera de la comunidad. La madera de tajibo, morado, tarara, mara, ya no se encuentra en la comunidad como antes, toca comprarla y traerla de Concepción.

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Ojalá la hermosa carpintería guaraní siga viva, en manos de personas como don Ricardo, y le recuerden a la gente la riqueza del monte que cada vez es más escaso por la deforestación y los fuegos en la Chiquitanía. La comunidad guaraní puede así recordar y transmitir el mensaje de la importancia de manejar y conservar inteligentemente sus bosques. 

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En 16 de Marzo Cordillera, uno de los espacios más ricos en plantas son los jardines de los hogares. Plantas frutales de mango, papaya, medicinales como la moringa, el boldo, son algunas de las especies que se hallan ahí.

Ese día la señora y su esposo estaban cosechando papaya más adentro en su jardín.

Pero las plantas no producen frutos, flores o nuevas plantas así no más: necesitan de los polinizadores. Las plantas no son móviles, entonces los polinizadores les ayudan a llevar sus células reproductivas (el polen) a la parte reproductiva femenina (el estigma). Este transporte y puesta en contacto hace que las plantas se reproduzcan, y que los jardines de 16 de Marzo cordillera sigan siendo fértiles, verdes y coloridos.

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Se puede ver en las patas de las abejas unos puntos naranjas (polen) y la estructura reproductiva femenina de la flor como un tubito con punta amarilla (estigma).

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Durante una visita a la comunidad, algunas investigadoras observamos dos especies de abejas que viven en colonias en los jardines de 16 de Marzo Cordillera: yatei (en guaraní) (Tetragonisca fiebridgii) y las extranjeras (Apis mellifera). Ambas abejas visitan las plantas de los jardines, aunque las yatei (abejas locales) fueron las que visitaron más especies de flores de los jardines, comparadas a las extranjeras. Esto nos muestra la importancia de las especies locales como jardineras de los patios de las casas. Algo importante para el futuro sería pensar en reverdecer más que los jardines, por ejemplo, los chacos, para que lleguen otros tipos de abejas y así ellas puedan seguir haciendo lo que mejor saben: ser jardineras.

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En el campo se vive bien, sin embargo, las comunidades enfrentan retos que hoy resuenan mucho, como la sequía, el ataque de plagas, o la deforestación. Esto les afecta de diferentes modos, una de ellas es en la perdida de abejas. Por ejemplo, ya no se encuentra fácil la rica miel que se ha consumido desde siempre. ¿Que hacer frente a estos retos? Son preguntas que nacen tanto de los líderes como de varios hogares de los territorios indígenas.

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Una parte importante para enfrentar los problemas es entenderlos y reflexionar sobre ellos, pero también sobre los potenciales que existen dentro de las comunidades. Entender se puede hacer de muchas formas. En este caso, desde la investigación académica junto a miembros de las comunidades, intentamos entender los retos y potenciales entrevistando a las personas y observando el entorno en el que viven.

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En el territorio observamos plantas y abejas para poder entender mejor qué está pasando con estos seres vivos. Como equipo, esperamos que esta información ayude a entender cómo podemos convivir mejor con las especies de los territorios

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