Definiendo Soberanía Alimentaria entre fuego y transformaciones agrarias: Falacias agro-industriales y del gobierno

Camila BENAVIDES1 & Stefan ORTIZ2

1Agroecóloga, investigadora asociada y doctorante, Social-Ecological Systems Institute, Leuphana Universität Lüneburg-Alemania

2Economista Ecológico, investigador asociado y doctorante, Social-Ecological Systems Institute, Leuphana Universität Lüneburg-Alemania

Los alarmantes incendios de los bosques en tierras bajas de Bolivia, están ligados frecuentemente al descontrol de los chaqueos (quemas) para establecer actividades agrícolas. La mayor parte de los incendios son provocados en zonas donde la agricultura industrial latifundista del país se ha establecido y expandido continuamente. De hecho, el oriente boliviano está sufriendo fuertemente el apetito latifundista por tierras desde los años 90. Su expansión está transformando rápidamente paisajes cultural y biológicamente diversos, en monocultivos homogéneos, destruyendo ecosistemas y desplazando a la agricultura familiar indígena y campesina.

Irónicamente, la agroindustria latifundista sigue presentándose como generadora de empleos y productora de alimentos, defendiendo la implementación de leyes que favorecen su expansión. Uno de los argumentos más fuertes para la expansión de la frontera agrícola agro-industrial es su supuesta contribución a la Soberanía y Seguridad Alimentaria del país. A pesar de esta narrativa, la realidad diferente si se considera que este sector está orientado a la exportación de unos pocos productos agrícolas primarios, como la soya, que no aportan a la alimentación de Bolivia y mantienen un modelo agrícola intensivo. En términos de empleo, no es evidente el aporte de la agroindustria exportadora y más bien, como lo ha señalado Colque (2020), todo indicaría que es la agricultura familiar campesina e indígena la que emplea a una mayor mano de obra rural.

Example of a monoculture
Ejemplo de un monocultivo (Foto: Stefan Ortiz)

De hecho, es fundamental, primero, entender qué es la Soberanía Alimentaria para poder cuestionar que la agroindustria convencional se escude en este concepto tan importante y nacido de las organizaciones sociales campesinas en América Latina. Por definición, la Soberanía Alimentaria rechaza explícitamente la agricultura intensiva y altamente dependiente de insumos externos, empleada por una agroindustria que vuelve a los agricultores dependientes de semillas genéticamente modificadas y de pesticidas, fertilizantes y maquinaria, mientras los agobia en deudas. Así, los campesinos pierden el control sobre cómo hacer agricultura, y son despojados de su vínculo con la tierra, su identidad y cultura; que también son elementos fundamentales de la Soberanía Alimentaria. Al mismo tiempo, promover el uso intensivo de agroquímicos, conlleva a la erosión del suelo, por su sobreexplotación y la deforestación, causando pérdidas irrecuperables de biodiversidad, agua y tierra fértil (Crespo, 2020), en un círculo vicioso que se intenta ocultar con discursos y falsas promesas de empleo, sostenibilidad y progreso.

Estos costos ambientales y sociales de la expansión latifundista recaen injustamente sobre todo el pueblo y atentan contra la Soberanía Alimentaria. Ésta, a diferencia de la “seguridad alimentaria”, promueve no solo el acceso a los alimentos sino el control sobre los sistemas productivos, privilegiando métodos agrícolas que protegen el medio ambiente y la salud. Así, defiende la justicia social y ambiental y no las ganancias y el poder de un sector agroindustrial fuertemente concentrado en pocas manos.

Aunque la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia aboga por el derecho a la seguridad, Soberanía Alimentaria y los derechos de los pueblos indígenas y campesinos (e.g. Art. 309, 405), durante varios años los gobiernos han diseñado leyes amoldadas a las necesidades de la agroindustria latifundista y a su apetito por tierras, como ha alertado, por ejemplo, la Fundación TIERRA. Las leyes “incendiarias”, por ejemplo, facilitan la deforestación (e.g  337 de 2013, 502 de 2014, 739 y 741 de 2015), reducen el control sobre semillas genéticamente modificadas (D.S. 4232 de 2020) y favorecen el acaparamiento de tierras fiscales. Estas leyes fueron promovidas por el gobierno de facto de Añez y por otros gobiernos, incluyendo el de Morales, justificándose descaradamente en el falso aporte a la seguridad y Soberanía Alimentaria. En realidad, responden a transacciones políticas que usan la flexibilización de los desmontes para reconfigurar el mapa político-electoral a favor del gobierno de turno.

La agricultura familiar en Bolivia se ha visto históricamente sometida a un contexto de precariedad y marginalidad (Colque et al, 2015). Su gran heterogeneidad responde a su capacidad de adaptación y transformación en medio de las dificultades, gracias a la cual logra producir alrededor del 65% de los alimentos del país (Cartagena, 2020). En particular, la agricultura familiar campesina e indígena ha logrado con dificultades conectarse con los mercados alimentarios y laborales (Colque et al, 2015), contribuyendo a una real Soberanía Alimentaria, con sistemas productivos que mantienen una diversidad de alimentos y, a la vez, contribuyen a regenerar suelos y ecosistemas, valorizando los conocimientos campesinos y sosteniendo sus economías. Sus sistemas agrícolas han sido ampliamente documentados y apoyados por instituciones como CIPCA, ECOTOP y TIERRA, entre otros, en sistemas agroforestales en el oriente del país y en cultivos de los Valles de La Paz y Sucre. Basados en conocimientos locales, en diálogo con la ciencia agroecológica, producen frutas y verduras para las ciudades y el campo. También han desarrollado innovaciones y cadenas de valor en productos de exportación como el cacao y el café. Existen múltiples experiencias que contribuyen a equilibrar la producción de alimentos con el cuidado del medio ambiente, por ejemplo, promoviendo la conservación de aves (ver, por ejemplo: proyecto de café ecológico de WCS: https://bolivia.wcs.org/es-es/iniciativas/manejo-de-recursos-naturales/caf%C3%A9-ecol%C3%B3gico.aspx ).

Por lo tanto, solo una agroindustria que no esté representada por el latifundismo y que reconozca la importancia de armonizar la conservación del medio ambiente con la producción de alimentos puede promover alianzas equitativas con base en la Soberanía Alimentaria y el acceso a mercados justos para la agricultura familiar indígena y campesina. Esas alianzas deben basarse en el reconocimiento de la contribución fundamental de la agricultura familiar campesina e indígena a la alimentación y al empleo rural en Bolivia (Colque et al 2015). El acceso a mercados y la generación de valor deben garantizar la participación de las organizaciones productivas de los productores con una garantía de precios justos y de equidad en las relaciones, sin comprometer la propiedad de la tierra de los agricultores familiares, ni tampoco la sostenibilidad ecológica.

Example of small-scale family, peasant agriculture
Ejemplos de agricultura familiar, campesina de pequeña escala (Fotos: Stefan Ortiz)

Si bien en los ejes de Soberanía Alimentaria planteados por la organización campesina La Via Campesina se promueve una perspectiva de comercialización en mercados locales y autoabastecimiento de las familias campesinas, es fundamental repensar sistemas alimentarios y económicos que permitan llevar una vida digna a las y los campesinos, sin que eso signifique dejar de contestar los modelos económicos hegemónicos actuales ni dejar de lado la sustentabilidad ambiental, fundamental para nuestra sobrevivencia. Además, es urgente analizar las alianzas y cohesiones que emergen entre la agroindustria no latifundista y la agricultura familiar en medio de contextos económicos agrarios altamente precarizados, para evaluar en qué sentido representan alternativas reales.

Debemos preguntarnos entonces ¿hasta dónde están dispuestos los bolivianos a permitir que el latifundismo devore tierras y bosques e instaure un paisaje homogéneo de monocultivos? Esto dependerá de que primero comprendamos lo que significa realmente la Soberanía Alimentaria y defendamos los principios que subyacen a las políticas impulsadas por los pueblos indígenas y campesinos en la configuración del Estado Plurinacional de Bolivia. Con ello, podemos evitar que estas luchas se queden escritas solo en papel, o en iniciativas dispersas.

Referencias

Cartagena, Pamela. 2020. La producción campesino indígena: soporte alimentario y de salud integral en tiempos de coronavirus. CIPCA.

Colque, Gonzalo. 2020. ‘Detrás de la expansión de la frontera agrícola: sostenibilidad económica, social y ambiental del agro-modelo cruceño’. En: Friedrich et al 2020. Situación, perspectivas y desafíos económicos y socioambientales de la agroindustria en Bolivia.

Colque, G., Urioste, M., Eyzaguirre, J. 2015. Marginalización de la agricultura campesina e indígena. Dinámicas locales, seguridad y soberanía alimentaria. La Paz: Fundación TIERRA.

Crespo, Miguel A. 2020. ‘Contexto global de la agricultura’. En: Friedrich et al 2020. Situación, perspectivas y desafíos económicos y socioambientales de la agroindustria en Bolivia

Forum for Food Sovereignty. 2007. Declaration of the Forum for Food Sovereignty, Nyéléni, Mali. Forum for Food Sovereignty, February 23-27, 2007, Nyéléni Village, Sélingué, Mali. http://www.nyeleni.org/spip.php?article290 (Accessed April 14, 2020).

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